miércoles, 25 de abril de 2012

Desmarear la perdiz

Cada vez que tengo que acudir a una reunión de la que no sale nada en claro, lo que si sale es un cabreo para la mayoría de los participantes, especialmente los que somos más resolutivos y apostamos por centrarnos en buscar soluciones y ponernos manos a la obra.

Imagen tomada de http://mareandolaperdizproducciones.blogspot.com.es/

Cada vez más, cuando se produce una situación como la anterior me planteo cómo actuar y desgraciadamente no hay una solución única, ya que depende de cómo son los demás miembros que conforman la reunión, pero si es posible una salida, al menos en algunas ocasiones. Y aunque es difícil de conseguir, os adelanto que es posible.

Hay algunas de estas reuniones en las que realmente todo el mundo está buscando soluciones, pero por alguna razón no se producen acuerdos, o se desvía la conversación hacia otros temas. Éstas son las más fáciles de reconducir, pero dependen de que el moderador de la reunión (o alguno de los presentes) esté atento a estos cambios y sepa reconducirla hacía el objetivo planteado al inicio, llegando incluso a dar por finalizada la reunión si después de 15-20 minutos se sigue "por los Cerros de Úbeda".

En otras ocasiones, hay algunas personas en la reunión, que bien por desconocimiento del tema que se trata, bien por estar inmerso en otro tipo de problemas, bien por cualquier otra razón, hacen que se detengan los avances que se pretenden conseguir. Reconducir estas reuniones es más difícil, por la imposibilidad anímica de estas personas a llevar a buen término el objetivo planteado. Así es que se debe valorar si conviene cerrar la reunión lo antes posible para que no se convierta en una reunión maratoniana con ningún resultado (o muy bajo).

También hay reuniones, las más peligrosas, en las que hay una o más personas que están manifiestamente en contra de lo que se pretende conseguir. Estas son las reuniones más cansadas y yo apuesto por cancelarlas y antes de volver a convocarlas conseguir un objetivo común para todos, porque de no hacerlo así todas las reuniones que se convoquen serán infructuosas y constituirán una pérdida de tiempo para todos y de dinero para la empresa.

De lo que se trata, en definitiva, es de estar atento a todos los momentos en los que "se marea la perdiz" para poder evitar que las reuniones se alarguen indefinidamente o que no produzcan los resultados esperados y para eso es necesaria mucha concentración en todo lo que pasa en la reunión, no sólo en el objetivo previo que se plantea. Desde luego es una misión realmente difícil y cansada, pero absolutamente necesaria para no dejar al azar el éxito de nuestras convocatorias.

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