martes, 3 de marzo de 2015

Atrapar la pelota

Cada vez me resulta más frecuente encontrarme con personas que al acercarte con un problema lo primero que hacen es pasar la bola a otro, escurrir el bulto, lavarse las manos. Pero así las cosas no salen adelante.

Entiendo que en la situación que estamos hay muchas personas con miedo a perder sus puestos por diversas circunstancias y aparece la necesidad de agarrarse a la silla evitando que tu puesto o departamento se vea señalado por alguien. Pero en un trabajo en el que siempre están implicadas personas de diferentes departamentos esto no debería suceder, o suceder sólo de manera aislada.

Siempre he sido muy colaborador a la hora de resolver un problema, aunque no sea mío. Alguien viene y te cuenta su problema. Puedes mandarle a otro sitio o simplemente no ayudarle en absoluto. Pero también puedes hacer muchas más cosas: ver si hay algún problema que realmente es de tu competencia y, por la razón que sea, no habías previsto o ha surgido de repente. Si descartas que la pelota esté en tu tejado, también puedes acompañar a la persona que te ha pedido ayuda y guiarla, si sabes, hacia quien le pueda ayudar. Eso, amigos, se llama colaboración y no es inútil. Es más, no sólo no es inútil sino que te va a reportar a ti muchos beneficios, tanto inmediatos como futuros.

Los beneficios inmediatos son, entre otros, el reconocimiento de tus compañeros y tu aprendizaje personal sobre el tema con el que alguien ha tenido dificultad (visión más global del negocio).

Los beneficios a largo plazo son que el que ha tenido el problema, si lo vuelve a tener, sabrá lo que tiene que hacer para resolverlo (salvo excepciones, que siempre hay a quien le cuesta más e incluso quien no quiere aprender), que se te tenga en cuenta para situaciones difíciles, algún aumento de sueldo o gratificación por tu valía, ser más imprescindible que otros en momentos de posibles despidos.

Así las cosas, ¿por qué echar la bola a otro tejado en vez de atraparla y desenmarañar la madeja?